Parte del discurso de quienes se oponen a la implementación de la Educación Sexual Integral en las escuelas es que la aceptarían si en sus clases se hablara solamente de “la cuestión orgánica” “o física” o, algo análogo, dicho de otro modo.
Es imposible separar sexo de género. Es como si se pudiera hablar de los órganos sexuales sin implicar los significados que ellos asumen socialmente. Al hablar del cuidado de la salud cuando se tienen relaciones sexuales, se debe hablar del pene y la vagina. Son términos que remiten a hombre y mujer, y hombre y mujer no significaron siempre lo mismo en todas las épocas, tampoco significan lo mismo en todas las culturas, y ocurre que no pueden ser asumidos de una sola manera por todas las personas. Remitiré a un ejemplo trivial de la historia contemporánea que me parece ilustrativo. Cuando en su juventud Alfonsina Storni fumaba en los bares era “una bohemia excéntrica” que pocas mujeres se atrevían a imitar, por la condena social que seguramente recibiría en las mujeres corrientes esa conducta demasiado varonil y mundana. Ser mujer imposibilitaba fumar en los bares. Luego, pasado el tiempo, cualquier mujer pudo fumar en los bares, al igual que lo hacían los hombres, pues no existía glándula ni red neuronal de la que dependiera esa práctica. Hoy, la salud se valora más que la libertad de fumar en cualquier lugar y ello hace que ni hombres ni mujeres pueden hacerlo en los bares. Hemos aprendido que fumar hace mal a la salud. De esta manera, la salud, eso tan “orgánico” y común a hombres y mujeres, ha cambiado de concepción e importancia.
Para seguir con el tema de lo orgánico o físico en las cuestiones de sexo/género, recuerdo que en un encuentro académico, realizado muchos años atrás, un reconocido biólogo expuso un tema en el que debió tratar la reproducción sexual humana. Después de dibujar el óvulo con forma redonda y el espermatozoide como una flecha, dijo: “El óvulo es redondo, tranquilo y sedentario como tiende a ser la mujer y el espermatozoide es móvil y avanza como el hombre”. Los objetos redondos se mueven o trasladan sólo con un pequeño envión, basta pensar en ese transformador invento de la humanidad que es la rueda. Es más, si el terreno está en bajada algo redondo se mueve solo. Pero, a este científico eso se le había pasado por alto. Es indudable que en el modo de ver la redondez del óvulo, en esa definición formal de algo tan orgánico, estaban las ideas de la época acerca de la vida sedentaria de la mujer en el hogar, por lo cual ella “no pudo conquistar el mundo como el hombre”.
Otra consigna común entre quienes se oponen a la implementación de la ESI es que contiene ideología de género. Cuando las explicaciones sociales se fundaban en leyes divinas, históricas o naturales inevitables, la ideología se consideraba una tergiversación de esa complejidad abstracta que llamamos realidad. Desde esta perspectiva, la realidad sería el sexo clasificado en masculino y femenino, significado de manera universal y eterna. Así, la ideología implicaba a un sujeto convencido erróneamente de lo que es verdaderamente real; pues, si lo conociera no pensaría así. Hoy, hemos aceptado que la realidad social no es de una manera, universal y eterna, sino que los humanos la construimos históricamente y somos conformados por ella. Una derivación lógica de esa premisa lleva a concebir a las ideologías como sistemas de ideas en pugna acerca de lo que existe, es bueno y es posible. Así, se desmarcan de cualquier definición unívoca y generalizadora de lo que es la realidad y se conciben como opciones en la selección de aspectos de “las cosas” que en su existencia se expresan de manera multidimensional, compleja y cambiante.
En el país existen miles y miles de personas que sufren maltrato, degradación y hasta son asesinadas por su género. Son mujeres, gays, lesbianas, travestis, que habitan un territorio bajo la soberanía de un Estado que está obligado por su constitución y sus leyes a garantizarles la ciudadanía plena. Es bueno y posible que cumpla con ese mandato fundacional.
Podemos aceptar que haya personas que piensen que un niño vivirá mejor desconociendo las posibilidades y obligaciones que la perspectiva de género le ofrece. No obstante, el Estado está obligado a formar a sus futuros ciudadanos y, como tales, los hijos de todos deben aprender que tienen el derecho a exhibir la diferencia que asuman y tienen el deber de aceptar la de los demás. El Estado es el garante de que los derechos y deberes que expresa la ciudadanía sean efectivos y no se me ocurre mejor lugar que la escuela para que asuma la obligación de formar a sus ciudadanos. Esto es así, porque los hijos de todos, incluidos los de quienes están en contra de la ley, son futuros ciudadanos. Y, aunque quede antipático decirlo, las leyes son objetivamente obligatorias, justamente para quienes no están de acuerdo con ellas. Quienes subjetivamente las aceptan ya las han incorporado como norma.
Mabel Grillo
* Publicado en diario Puntal de Río Cuarto, 14 de diciembre de 2018. Pg.2