Entre latas de pintura, pinceles y el sol que castigaba fuerte, un grupo de jóvenes encontraban, en las paredes del patio interno en el Centro Cultural “El Viejo Cooke”, el lugar perfecto para dejar una huella.
El arte callejero o arte urbano se refiere a las técnicas informales de expresión artística de manera libre que se dan en las calles, muchas veces de manera ilegal. Es un tipo de intervención artística que no aparece en los museos y tiene un período de vida corto.
En este tipo de expresiones artísticas se engloban el grafiti, las plantillas o esténcil y un gran número de recursos y técnicas utilizados para ilustrar en paredes o superficies urbanas.
El arte callejero se posiciona sobre una delgada línea que costea, por un lado, la expresión estética, política o social y, por el otro, el vandalismo u otras formas de intervención ilegal.
Nazareno Mazzara, Lautaro Mauri y Matías Quiroga son tres jóvenes de la ciudad que se dedican a pintar con diferentes técnicas grafitis y murales.
El grupo llegó a la misma conclusión sobre lo que hacen. “No importa qué se haga, mientras se deje una marca”.
Matías Quiroga explicó que comenzó a “rayar” cuando conoció a Lautaro Mauri. “No entendía mucho cómo era el estilo del grafiti. Al principio salía y hacía un dibujo o una firma”. Siente que, con el tiempo, uno empieza a empaparse de las experiencias y técnicas de otros y es en ese momento cuando el artista se empieza a soltar y a encontrar su lugar dentro del arte urbano.
Las experiencias de los viajes y los encuentros de grafiteros les enseñan a los adeptos del arte urbano distintas técnicas que eran impensadas para los artistas locales.
Los dibujos y colores son lo que primero llaman la atención. Suelen ser grandes expresiones artísticas o firmas y se pueden encontrar en lugares comunes, como carteles o medianeras del centro de la ciudad, y hasta en paredes de los últimos pisos de algún edificio abandonado.
“Pinto en la calle desde hace 12 años. Empezamos con un tío porque nos simpatizaba la movida, sin saber lo que era un tag (grafiti con la firma del autor) o una pieza”, manifestó Lautaro (Poke) Mauri y narró que pinta porque le gusta ensuciarse las manos y encuentra en el arte el lugar para dejar plasmado lo que siente y piensa.
“Vengo de un barrio medio, con poca actividad de grupos comprometidos con lo sociocultural. Es un lugar que no tiene mucha necesidad, pero a su vez está abandonado de actividades que incitan a cuestionarse el día a día. Salimos a pintar por la necesidad de decir: ‘Estamos acá’”, aseveró Poke y sentenció: “Estamos destinados a dejar huellas y, en lo posible, que sean piolas”.
Cuando encuentran el lugar para pintar, lo que buscan es complementarse con lo que ya existe. Dejan que las pinceladas fluyan dependiendo la necesidad del momento y de las condiciones en las que se encuentre, por ejemplo, una pared.
Brigada Arte Militante
Nazareno Mazzara fue estudiante de arte en la escuela de bellas artes “Líbero Pierini” y forma parte, junto con otro grupo de artistas plásticos, de la Brigada de Arte Militante (BAM) de la ciudad.
Este grupo surgió con la necesidad de emular brigadas militantes mexicanas o chilenas que salían a “rayar” en momentos críticos por los que pasaba la sociedad y en los que era necesario expresar lo que sentían los grupos o sectores oprimidos.
“Desde la BAM, tratamos de visibilizar aquellas cosas que están en el debate público. Aportamos por medio del arte”, aseguró Mazzara y comentó que otra de las actividades que hacen desde la brigada es trabajar en los barrios según las necesidades que tengan los chicos.