Mientras miembros de la comunidad LGBTI luchan para que la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) se cumpla, un colectivo de padres cuyo lema es “con mis hijos no te metas” se moviliza para rechazarla. La historia de un joven que luchó para aceptar su orientación sexual.
“Una vez lo hablé con el cura, él se rió y me recomendó terapia”, dice Eric Ferreyra oriundo de Las Acequias, un pueblo de poco más de dos mil habitantes ubicado a 40 kilómetros de Río Cuarto. En el centro, frente a la plaza, está la Iglesia y pegado a ella el secundario, única opción para quienes egresan de la primaria. La institución es católica y privada y su director siempre fue un sacerdote. Todos los días, antes de empezar las clases, se reza y se lee la palabra de Dios. Luego se iza la bandera argentina. Las clases se dictan integrando catequesis con un enfoque conservador.
“Una persona no puede ir en contra de eso. Si es la única posibilidad que tenés y lo único que te ofrecen, no te queda otra opción. Menos cuando tu familia no tiene dinero suficiente para mandarte a otro lugar. Entonces te bancás muchos años de silencio y sufrimiento”, dice Ferreyra. Lleva en su cuello una cadenita con una cruz. Es simpático y extrovertido, de sonrisa contagiosa. Sabe que su historia podría ayudar a otros que están pasando por su misma situación, se sobrepone al temor y da su testimonio: “Cuando era chico vivía en una realidad de madre, padre e hijo y nunca se me cruzó por la cabeza la idea de que me podría llegar a gustar alguien de mi mismo sexo, eso en mi crianza no existía. Si lo veía en televisión me hacía ruido, pero como siempre eran comentarios negativos, lo reprimía. Jugaba con autitos, tierra y soldaditos, a los jueguitos de la compu, los típicos juegos de niño, no tengo recuerdos de haber jugado con muñecas”.
La Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI) fue sancionada en 2006, pero aún no se cumple en todas las instituciones de educación inicial, primaria y secundaria. La ley promueve la educación para una sexualidad responsable, donde se incluyan aspectos de la diversidad sexual además de la prevención de problemas de salud sexual-reproductiva y el uso de métodos anticonceptivos. También contempla la identidad de género, orientación sexual e igualdad de trato y oportunidades; cada tema es tratado acorde a la edad de los niños y adolescentes.
El colectivo “Con mis hijos no te metas” no discute la educación sexual, pero sí la educación con perspectiva de género. Ferreyra expresa: “Para mí todo habría sido mucho más sencillo si en mi colegio se hubiese dado ESI. Yo estuve con mujeres hasta quinto o sexto año y sentía que no me llenaba. La atracción es algo que se siente, no es algo que uno quiere. ¿Quién querría ser homosexual cuando en este mundo lo “normal” o “cotidiano” es ser heterosexual? Jamás te arrepentís de la decisión que tomaste en cuanto a lo que te hace feliz. Es un cambio muy grande porque estás yendo en contra de lo que a vos te impusieron. Si lo hacés es porque claramente hay algo que sentís desde muy chico”.
Renacer
A los 17 años, Ferreyra tuvo una pelea muy fuerte con sus dos mejores amigos. Pasó varias semanas solo, en su casa, aislado de todos. En ese momento -aunque cree que inconscientemente ya lo sabía desde muy chico- se dio cuenta de su atracción por los hombres. “Pasé muchos años en silencio. Sufría, lloraba, me reprimía todo el tiempo. Le decía a Dios: ¿Por qué me haces pasar por esto si yo siempre te fui fiel?”, dice mientras sus ojos expresan sufrimiento.
“Una vez lo hablé con el cura. Se rió y me recomendó terapia. Accedí y me sugirió una terapeuta que era católica: me decía todo el tiempo que yo no era homosexual, que lo que me pasaba era que me proyectaba en el chico que me gustaba. Me dije: ‘bueno, si estoy bien, ya está’. Pero no, yo estaba destruido, sabía que eso no era así, que no me dejaban ser”, cuenta Ferreyra. “A mí me gustaba mucho la Iglesia, yo estaba muy metido; hacía muchas obras de caridad, los vía crucis, fundamos un grupo de oradores, y cuando te topás con esa realidad donde te sentís juzgado la pasás muy mal. Yo no creo que Dios sea el que la Iglesia proyecta, para mí no entienden el mensaje, que es hacer el bien, amar y no dañar al prójimo, ser católico es tan simple como eso” agrega.
Christopher Bagley y Pierre Tremblay, de la Universidad de Calgary, en Canadá, estudiaron a 750 casos de hombres de entre 18 y 27 años y concluyeron que la orientación sexual es un factor importante en el comportamiento suicida de los adolescentes; incide en la soledad, el aislamiento social, la depresión, el miedo al rechazo, la falta de apoyo familiar, la baja autoestima. Ferreyra admite que la idea del suicidio formó y forma parte de su vida. “Tuve intentos de suicidio, sí. Estaba sufriendo porque me dijeron que había algo en mí que estaba mal. La homosexualidad se sufre mucho, se padece, y más en un pueblo tan conservador, donde hay una mentalidad cerrada y nos cuesta romper esa barrera. Para mis papás y mi hermana al principio fue fuerte, pero creo que finalmente entendieron el mensaje del amor”, asegura.
A favor de la ESI, argumenta que la perspectiva de género promueve la aceptación de ellos mismos si se sienten “diferentes” o la aceptación de los demás. “No le tapemos los ojos a los chicos, es real y existe”, afirma.
En su adolescencia, Ferreyra deseaba vivir en una ciudad, un lugar que le permitiera ser él mismo. Actualmente, con 21 años, está cumpliendo en parte ese sueño: vive en Río Cuarto. Por la mañana trabaja y por la tarde estudia Licenciatura en Recursos Humanos en la Universidad Siglo XXI. Ante la pregunta ¿hoy sos feliz?, responde: “Ser homosexual no me define. Estoy empezando a quererme y sí, estoy feliz”.
“Con mis hijos no”
“Es gracioso, porque ellos no pueden tener hijos pero se quieren meter en la educación de los hijos de otros”, dice Jaime Cardoso, el publicista del colectivo de Río Cuarto que se opone a la enseñanza con perspectiva de género. Es peruano y está casado con una argentina. Cuenta que durante el último viaje a su país se interiorizó del tema de la ESI, ya que Perú se encontraba en la misma situación que Argentina hoy y se generó un movimiento encabezado por el politólogo Christian Rosas que se denominó “Con mis hijos no te metas”. Cuando volvió de su viaje, lo quiso compartir con la comunidad cristiana evangélica, pero pocos le prestaron oído.
Pero al final la idea caló en la ciudad, donde se formó una comisión llamada OMEGA, integrada por diez personas –en su mayoría padres profesionales- que rechazan “la ideología de género”, como la llaman. Bajo el lema de “Con mis hijos no te metas”, se oponen a la aplicación de la ley 26.150 porque consideran que los despoja de los derechos que los padres tienen sobre sus hijos.
Cardoso afirma que a medida que las leyes favorecen la educación de género, el Estado adquiere mayor poder y la familia se debilita, como también los valores, las tradiciones y la religión. “En la ley 26.206 la familia es reconocida como agente primario de la educación, entonces tendrían que capacitar a los padres y que cada uno le dé a sus hijos la perspectiva que quiera. En cambio, intentan anular a la familia, que se ha mantenido tradicionalmente por años”, expresa. “Con los que están siendo injustos es con los padres”, insiste.
Respecto al género, el publicista argumenta que para ellos es un discurso impuesto, un invento. “En la actualidad, según la ONU, existen más de 110 géneros y se van a ir descubriendo más a medida que la gente se auto perciba; ahora le dicen LGBTI+, le ponen el signo más porque creen que hay otras formas de auto percibirse. Esto se puede convertir en un conflicto social: así como se construye la humanidad, se puede destruir. Parece una locura, pero en estos tiempos nada es una locura”, advierte.
Cardoso considera que la orientación sexual es un gusto: “El Estado no tiene que apoyar un gusto, porque si no tendrían que apoyar el gusto de todos”. Y ejemplifica: “Ahora los pedófilos quieren ser considerados dentro de la agrupación LGBTI. ¿Y por qué no? Los estamos discriminando, si también es un gusto. Ahora ya se habla de pedofilia y pederastía: el pedófilo es el que tiene atracción por un niño y el pederasta es el que viola a un niño”.
El publicista considera que las leyes de género son peligrosas y cita como ejemplo el caso de Sergio, que ahora es Sergia: “Supuestamente tramitó el cambio de género sólo para jubilarse antes”, advierte. También nombra a los trans-especie, aquellas personas que sienten que están atrapados en un cuerpo humano pero pertenecen a otra especie.
Mientras busca el preámbulo de la Constitución de la Nación Argentina en internet, Cardoso dice que el enemigo de los LGBT es la Iglesia. “Invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia”, lee desde la pantalla de su computadora. “Si quieren Iglesia y Estado separados, primero deberían modificar la Constitución”, insiste.
Sobre la igualdad de género, Cardoso dice que en la familia cada uno -hombre y mujer- cumple una función, que está determinada por la tradición: “Para serte sincero –afirma-, tristemente no es porque la mujer no tenga la capacidad de salir a trabajar, sino porque es preferible que cumpla con su rol de contención. El papel de la mamá no lo cumple el papá, partamos de ahí. El rol natural de la madre se ha minimizado, se han visto obligadas a dejar de cumplirlo por temas económicos. El sistema nos ha llevado a un ritmo de vida donde la familia ha perdido el valor”.
“Con mis hijos no te metas”, procura que la ESI sólo sea obligatoria en los colegios públicos para que aquellos papás que no quieran que sus hijos reciban esa educación puedan elegir un colegio privado.
Diversidad
Walter Torres, presidente de la Mesa de la Diversidad, explica: “La ley de ESI ya tiene incorporada la cuestión de género, no es que se quiere agregar ahora. Lo que hay actualmente, es un proyecto de ley -que tiene dictamen de comisión- donde se establece que todas las instituciones públicas y privadas y en todas las provincias debe ser obligatoria y no puede quedar librada a la decisión del gobernador de turno o del director de esa institución. Se está pidiendo que se cumpla la ley, nada más que eso”.
Torres cuenta que el problema del Estado es la falta de capacitación a los docentes y estudiantes de profesorados. También plantea que en los colegios religiosos se intenta dar un enfoque al que llaman “educación sexual para el amor” eliminando muchos de los conceptos que plantea la ley.
Respecto al derecho de los padres sobre sus hijos, el representante de la comunidad LGBTI en Río Cuarto opina: “Decir que los padres han perdido la patria potestad es antiguo, el patronato se perdió hace un montón de tiempo con la modificación del Código Civil. Hablaban de que los niños eran de sus padres como un objeto; la nueva ley lo que plantea es que los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derechos y por lo tanto no son propiedad de alguien, sino que tienen derechos propios”.
La ley, además, plantea el asunto de los estereotipos de género, es decir, pone en discusión que no hay actividades para un género y para otro, que los juguetes, la ropa y los colores no tienen género, que es sólo una cuestión cultural. “Lo que plantea la perspectiva de género es que en la escuela se promueva el respeto a la diversidad, vivir en libertad la orientación sexual o la orientación de género y poder elegir a quien amar”, concluye Torres.